Cuando uno es padre o madre, suele cuidar lo que sus pequeños ven en la tele por precaución y para evitar que los menores vean escenas que puedan influir negativamente en su desarrollo.
Nuestro peor enemigo puede ser nuestra propia mente. Nuestros pensamientos suelen tener total libertad para vagar por nuestras cabezas dejando secuelas a veces muy difíciles de superar.
Cuando entramos en esta dinámica, es difícil salir si no hacemos un esfuerzo consciente por parar este tipo de conversaciones. Además aquellos que caemos en menospreciarnos no solemos equilibrar la balanza y darnos cumplidos cuando logramos alcanzar aquello que nos proponemos. Muchas veces la falsa modestia y el "auto sabotage" forman la barrera que nos impide darnos una palmadita en la espalda y disfrutar de todas nuestras cualidades.
En algunos de los seminarios que he hecho me he encontrado con una anécdota muy curiosa. Cuando le pido al grupo de asistentes que enumere sus cualidades, rara vez encuentro a alguien que pueda darme una lista de más de tres de sus cualidades de forma rápida. Normalmente, y una vez han superado esa falsa modestia, las personas necesitan de una largo momento de silencio para poderme proporcionar esta lista. Sin embargo, si le pidiera a cualquier participante que me dijera solo un par de sus "aspectos a mejorar", rápidamente obtendría una larga lista de defectos y culpas.
Los grandes cambios empiezan en uno mismo. ¿Por que no tratarnos como tratamos a nuestro mejor amigo? Este pequeño gesto hacia nosotros mismos es el comienzo a una nueva vida.
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